Las protestas de estudiantes de varias universidades cubanas tras el aumento de tarifas a los servicios básicos de internet y la grave crisis económica, han despertado una ola de represión dentro de los centros de educación superior del país, según testimonios recogidos por Martí Noticias.
Para Leonardo Fernández Otaño, investigador del Observatorio de Libertad Académica (OLA) y estudiante de doctorado en la Universidad de Alcalá, en España, existe un patrón sistemático de persecución contra los jóvenes que se atreven a protestar, así como la instrumentalización política de las universidades cubanas para sostener el control del régimen.
"Me siento orgulloso de estos muchachos. Han demostrado una altura cívica impresionante", dijo Fernández Otaño, quien fue expulsado en 2022 de la Universidad de La Habana por sus posiciones críticas. “Han retomado la tradición histórica del estudiantado cubano como actor político, aunque eso hoy les cueste la expulsión, la pérdida de becas o la cancelación de su ubicación laboral”.
“Nos enseñan a existir, pero eso no es sumisión”
Uno de los momentos más compartidos sobre las protestas universitarias fue un video en el que se escucha a una joven estudiante de ingeniería química, quien en plena asamblea alzó la voz para denunciar los apagones, el alza desmedida de tarifas y la precariedad creciente de la vida en Cuba.
“Nos enseñan a existir, pero eso no es sinónimo de sumisión. Nosotros no pedimos caridad. Exigimos respeto”, dijo en un discurso que se ha vuelto viral en redes sociales.
Este tipo de expresiones han desatado la ira de las autoridades universitarias y del aparato represivo del régimen. De acuerdo con testimonios recogidos por Martí Noticias, jóvenes han sido citados a interrogatorios y amenazados con represalias académicas. En Las Tunas, incluso, fueron señalados como responsables si las protestas derivaban en mayores manifestaciones públicas.
Rectores al servicio del poder
Varios rectores y directivos universitarios se han convertido en cómplices activos de la represión, según testimonios en redes sociales.
“Hay rectores que se han prestado, se prestan y se seguirán prestando a reprimir”, denunció Fernández Otaño. “En Cuba no hay procesos electorales en las universidades. Los rectores no son elegidos por la comunidad académica, sino designados por su fidelidad política. Son funcionarios del régimen”.
El caso de Miriam Nicado, rectora de la Universidad de La Habana, es paradigmático. Fernández Otaño recuerda que tras su expulsión le escribió solicitando explicaciones. “Fue parte del proceso. No respondió. No defendió a nadie. Solo obedeció”.
Un patrón que se repite
El Observatorio de Libertad Académica, que Fernández Otaño integra junto a otros académicos que han sido víctimas de la represión, ha documentado casos similares desde el 11 de julio de 2021, el 27N y otros ciclos de protestas cívicas. Desde la Universidad de las Artes hasta la Universidad de Oriente, los patrones son los mismos: estudiantes silenciados, vigilancia ideológica, amenazas veladas y represalias institucionales.
“El régimen espera a que pase la tormenta, y después arremete con castigos más sutiles: suspensiones, pérdida de becas, negación de ubicaciones laborales. Por eso es clave que los estudiantes documenten todo”, aconseja.
“No tengan miedo a denunciar”
Fernández Otaño insiste en que la única protección real que tienen los jóvenes es la denuncia pública: conservar pruebas, guardar correos, grabar asambleas, acudir a medios y organizaciones de derechos humanos como el propio Observatorio de Libertad Académica, Justicia 11J o Civil Rights Defenders.
“Muchos de los que salimos del sistema universitario cubano lo hicimos gracias a que alguien nos creyó, a que una organización nos acompañó. El silencio es lo que alimenta la impunidad del castrismo”, comentó.
“El miedo es comprensible, pero también lo es la dignidad. No están solos”, aseguró.
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